Extendiendo la bienvenida

¡Hola! Gracias por visitar mi blog que se trata del alcoholismo. Estoy investigando como esta enfermedad puede manifestarse con otros problemas mentales y una vida familiar constreñida. Espero que la información que se encuentra aqui puede ayudar a todos los que están afectados por esta adicción poderosa.

Friday, December 9, 2011

Persuasión - Nuestra edad de responsabilidad

           Cada sociedad ha intentado localizar una edad que refleja la madurez requerida para tomar alcohol.  Algunas leyes nacionales dicen que la edad de 21 es la edad apropiada, otros dicen que 16, y algunas incluso contienen ninguna edad definitiva permisible en su legislación.  Los estados unidos es uno de los países más conservadores del mundo con respeto a sus políticas relacionadas al tomar alcohol.  Es uno de cinco países del mundo que requiere que una persona sea de la edad de 21 para comprar y consumir el alcohol (Rufadas 2007).  Aunque la ley fue creada en 1987 para combatir el numero creciente de muertes asociadas con el alcohol, hay un subgrupo de gente en los estados que cree que este ley simplemente empeora el problema del abuso del alcohol por los adolescentes.  Defensores de esta teoría proponen que los EEUU siga el modelo de Europa que no restringe tanto el consumo durante los años adolescentes.  Se cree que esta política más liberal fomenta una actitud responsable con respeto al beber.  Con este ensayo pienso negar esta teoría mientras apoyando que la edad de tomar legalmente no deba ser reducida.  
            Una de las soluciones propuestas más populares para el problema del consumo de menores es tratarlo como lo tratan los europeos.  En Europa, permiso para tomar bebidas alcohólicas más o menos coincide con la madurez sexual.  Se dice que aunque muchas barras no servirán a un joven de dos años de edad, la mayoría no vacilan en servir alguien que parece tener 13 años (Rufadas 2007).  La formalidad de verificar la edad por medio de chequear la identificación como en los estados unidos es una práctica extranjera.  Además, debido a que el alcohol es tan accesible, se supone que su atraer como lujo prohibido está diminuido.  Así, como reacción en cadena, los jóvenes no abusan del alcohol por tomar en cantidades excesivas.  Sin embargo, según un estudio publicado por el departamento de la justicia de los estados unidos, la mitad de los países europeos incluidos en el estudio tenían niveles superiores de intoxicación entre adolescentes en comparación a los estados y un cuarto de los países europeos tenían niveles comparables (USDOJ 2001).  Desafortunadamente, estas estadísticas significan que el 75 por ciento de los jóvenes en Europa está sujeto a los problemas comunes de beber durante la adolescencia (los cuales serán discutidos más extensamente luego).  De este modo, no se puede decir que para simplemente integrar el alcohol temprano en la vida o de una manera más gradual hace que se evite el problema de consumir alcohol durante la adolescencia.  La mejor estrategia sería hacer investigaciones sobre lo que el 25 por ciento de los países europeos cuyos adolescentes no están bebiendo tanto están haciendo para minimizar el número de botellones jóvenes.  Probablemente, este éxito resulta de una combinación de muchas cosas, pero todavía vale la pena investigar para que una solución se pueda encontrar y podamos dar a nuestros niños futuros una mejor experiencia de vida. 
            Otra razón porque la edad legal de tomar no debe ser reducida es porque consumo excesivo durante los años adolescentes es muy peligroso.  Mucha gente ya conoce los riesgos asociados con consumir alcohol (la dependencia, los problemas cardiovasculares, el cambio de la personalidad, etc.).  Pero lo que no sabe mucha gente son los peligros de tomar durante los años adolescentes.  Un artículo de un periódico español que se llama ElPais publicó unas estadísticas sobre consumir en cantidades excesivos durante la adolescencia.  Según el artículo, para beber intensamente  durante la adolescencia provoca retrasos o desarrollo incompleto de las regiones frontales del cerebro (ElPais 2007).  El artículo sigue con explicar que la región frontal del cerebro es la parte asociada con la atención y habilidades de razonamiento (ElPais 2007).   La oposición tal vez diría que a pesar de estos hechos, para reducir la edad legal de tomar sería todavía la mejor opción porque al quitar la noción del alcohol como tabú o algo prohibido, se quitará a la vez el querer para rebelar.  Pero lo que proponentes de esta solución necesitan tener en cuenta es que la adolescencia es un tiempo de maduración rápida.  Los jóvenes durante este tiempo están intentando encontrar su propia identidad, lo cual crea una época muy confundida.  Por eso no es justo darles a los jóvenes aun otra responsabilidad además de la gran tarea de madurar y encontrarse, especialmente cuándo no están conscientes de la diferencia entre el abuso y el respeto de una sustancia.  La mejor solución entonces es pedir que la gente experimente con el alcohol cuando haya alcanzado una edad mayor, cuando más experiencia de la vida haya sido obtenido y la habilidad de tomar buenas decisiones sea más refinada.
            El alcohol, en sí, es muy interesante.  Tanto que puede enriquecer a nuestras vidas, las puede destruir también.  Solamente una sustancia tan tentador pero a la vez peligroso como el alcohol justificaría un debate tan fuerte como el de la edad adecuada para beber.  Porque la sustancia del alcohol es tan yuxtapuesto con placeres y penas, hay que estar maduro en la habilidad de tomar buenas decisiones.  Desafortunadamente, esta madurez que se requiere para utilizar el alcohol de una manera respetable solo viene con el tiempo.  Al esperar hasta que las facultades mentales hayan tenido tiempo suficiente para desarrollar, esperamos el día en que podamos evaluar con una perspectiva madura y educada para decidir si ya estamos listos para encargarnos con la responsabilidad de tomar bebidas alcohólicas.  Solamente la madurez que se requiere para darse cuenta de eso será podido darse cuenta que para reducir la edad legal de tomar no mejoraría a nuestras problemas alcohólicos sino empeorarlos. 

Bibliografía:

Rufadas. Edad mínima para beber alcohol en el mundo. 2007. Photograph. World Drinking Map

Grube, Joel. United States. Department of Justice.Comparison of Drinking Rates and Problems: European Countries and the United States. Calverton: Pacific Institute for Research and Education, 2001. Print.

Yuste, Miguel. "El alcohol daña el cerebro adolescente."ElPais [Madrid] 20 2 2007, n. pag. Print.

Ensayo Libre - La historia del cuidador


           El alcohol fue lo que me mató.  Bueno, eso probablemente no es justo.  Tal vez sería más apropiado reconocer que me maté a mí mismo, pero por medio del alcohol.  Pero eso no es justo tampoco. 

Fue la sustancia, el veneno que me controlaba y me consumía que causó la muerte.  Por unos 20 años, yo era prisionero, encarcelado por mis propios hábitos, sin la habilidad de escapar.  Pero qué surrealista ¿no?   Que fui yo quién tantas veces extendí la mano con gusto para alcanzar la fuente de mi propia fallecimiento.  Tantas veces fui yo mismo quién traje la copa hasta mis labios para besarla con ternura mientras permitía que el veneno entrara, que se deslizara por mi garganta.  Lo irónico de todo esto fue que desde la primera instancia que el líquido tocó mis labios, sentí alivio.  El alcohol era un enemigo amoroso, mi caballo de Troya quién a la primera vista parecía cariñoso y atrayente, impresionante por su inocencia, pero que luego me traicionaría y demandaría, mejor forzaría que lo consumiera en cantidades perversas.
Tuve  mi primera copa a los 14 años de edad.  Crecí en una casa bajo el cuidado de mi madre.  Mi padre nos había dejado hacía mucho, lo cual probablemente mejoró nuestra situación, ya que él pegaba a mi madre con frecuencia.  Yo era mayor que todos mis hermanos y mi madre trabajaba por dos patrones.  Por eso, adopté el rol del cuidador, el cual me daba un sentido de responsabilidad y agencia, un propósito.  De esa manera, estaba orgulloso de mi vida mientras crecía. Me gustaba ser la única fuente de organización en la vida de mi familia.  Seguí con esa necesidad durante toda mi vida.  Cuando mis amigos y yo alcanzamos una edad mayor y empezamos a tener una capacidad emocional más grande, yo continué actuando como confidente y fuente de apoyo cuando mis amigos encontraban obstáculos.  Sin embargo, el hecho de que yo era cuidador en todos casos de mi vida se volvió la razón que era tan difícil reconocer el momento cuando yo llegué a ser quién, por fin, necesitaba la ayuda.  Tontamente, no permitía que mi familia y mis amigos reciprocaran el apoyo.  Quería ser yo el cuidador.  Y es por esa razón que encontré una manera de tener mi propia catarsis por medio de la botella.  Como yo era cuidador de mi familia, el alcohol se volvió cuidador de mí. 
Me casé con Ellie, mi mujer, a los 32 años.  Ellia era una criatura frágil, una persona cuya perspectiva de la vida dependía completamente de los pequeños triunfos y tragedias que ocurrían a través del día.  Era enfermera en un hospital.  Naturalmente venía con frecuencia a la casa con historias dolorosas sobre, por ejemplo, un matrimonio que fue destrozado por un accidente de circulación o una jovencita que lloraba por la pérdida de su propio cabello.  Pero el bello poder emocional que ella guardaba era una de las razones por la cual me casé con ella.  Había una manera para llenar mi rol auto-recetado del cuidador.  Y por un rato, el matrimonio fue bello.
Lo que nunca pensaba es que sería yo quién estaría teniendo que admitir que había sucumbido, que sería yo quién era el débil y oprimido.  Las peleas con Ellie eran pequeñas al principio pero con los años aumentaron hasta que ninguno de nosotros pudo acordarse del porqué de nuestro amor.  El consumo no era el  origen de nuestras peleas sino mi silencio omnipresente.  Nosotros nos damos cuenta de mi problema con el alcohol muy temprano en el matrimonio.  Y fue una batalla que Ellie estaba decidida a ganar, con tal espíritu humanitario.  Pero nunca en mi vida había sido yo un problema para nadie.   Y con este modelo mental, nunca me permitía sincerarme con ella.  Yo quería ser su apoyo pero nunca estaba dispuesto a ser vulnerable.  Mi orgullo sensible (o tal vez mi vanidad) hacía que fuera más fácil simplemente ignorar los problemas cuando aparecían.  En cambio, logré encontrar ciertas maneras de demostrar que todavía la amaba a pesar de esta gran necesidad de esconder el problema del alcohol.  Llevaba a cabo tantas tareas domésticas y siempre le hacía pequeños favores cuando me los pedía.  Pero el favor más grande que me pedía una y otra vez yo nunca se realizó.  Y eso fue el favor de entrar en la lucha que ella tan fervientemente quería batallar conmigo.  Pero yo no me daba cuenta que era necesario alinearme con ella hasta que ya era tarde. 
Perdí mi vida en el coche, cuándo un conductor envenado causó un choque.  Yo no había tomado ese día, pero los dioses de la ironía me aplastaron.  Es por eso que llegué a la conclusión que mi error no fue en mi falta de haber combatido el alcoholismo sino en mi resistencia y terquedad en aceptar la ayuda de los que me amaban.  Ahora nunca sabré si habría tenido la fuerza para tragar mi orgullo y vivir, realmente vivir, algo que Ellie siempre sabía hacer.